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Son muchos los momentos duros que vivimos en prisión, pero sin duda, hay uno especialmente duro, la llamada roja.

Desde la cárcel

A través de mi blog, en la sección de MIRADAS (click aquí), os abro la puerta a todos vosotros para que podáis mostrar vuestros puntos de vista sin límites.

Aquí hemos conocido la visión de muchas personas y hemos plasmado sin filtros todas y cada una de vuestras miradas.

Hoy me hace especial ilusión poder ofrecer a través de mi pequeña ventana, la visión de una persona que se encuentra cumpliendo una condena en un centro penitenciario.

Hoy hablo con alguien que tiene una visión diferente y que mira el mundo hacia fuera, desde dentro de la cárcel.

Imagino que hay muchos momentos duros pero,

¿cuál fue el momento más duro que has vivido en la cárcel?

Son muchos los momentos duros que vivimos en prisión, pero, sin duda, hay uno que lo es especialmente, la llamada roja.

Nunca es una buena señal que un funcionario vaya a buscarte a la celda para informarte de que has recibido una llamada, de hecho es siempre una mala noticia.

En prisión le llamamos la llamada roja y es el momento más duro que recuerdo en los seis años que llevo ya aquí encerrado. Con la llamada roja, uno de nosotros recibe esa dura noticia del fallecimiento de un familiar.

Ver cómo hombres hechos y derechos lloran la pérdida y a la vez, sienten la impotencia de no poder estar al lado de los suyos en ese duro momento, es algo inexplicable.

Esa noche nadie habla, no se escucha ni un ruido en todo el módulo, el respeto es absoluto. No sólo es una norma no escrita o una especie de código aquí, se trata de solidaridad, se trata de compañerismo y más aún, se trata de angustia.

Minutos de silencio interminables donde la tristeza y la angustia se ven reflejadas en el rostro de todos, donde por un día nos ponemos en la piel del compañero, y su familia, es la familia de todos. Compañeros que en el mejor de los casos podrán velar el cuerpo de su familiar por unos minutos esposados y escoltados.

Parecería una buena oportunidad para atender ese mandato Constitucional que habla de la reinserción, una buena oportunidad para que los psicólogos se volcasen y ayudasen a canalizar el dolor y la asunción de la culpabilidad, culpabilidad que nos invade al darnos cuenta de que por nuestra culpa nos hemos perdido la fase final de la vida de nuestro ser querido.

Puedo imaginar lo duro que ha sido para ti la llamada roja. También sé lo duro que ha sido para tu familia tener que vivir el duro momento de tener que hacerla.

Las penas que sobrepasan la necesidad de conservar el depósito de la salud pública son injustas por naturaleza; y tanto más son justas las penas, cuanto más sagrada e inviolable es la seguridad y mayor la libertad que el soberano conserva a los súbditos.

De los delitos y las penas
Cesare Bonesana, Marqués de Beccaría
Livorno, 1764

Mi más sincero agradecimiento por enviarnos tu mirada y compartir con todos nosotros un momento tan difícil.

Miradas desde el objetivo de Gustavo Díaz

No voy a tratar de explicarlas. Como reza un antíguo proverbio árabe,

quien no comprende una mirada tampoco comprenderá una larga explicación   

y Tú, qué miras?

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